Parece que, tras unos duros años de crisis en los que no se concedían apenas hipotecas a quienes querían comprar una casa, el sector de la compra-venta de inmuebles vuelve a despegar, eso sí, gracias al movimiento en el mercado de los pisos de segunda mano. Y es que por mucho que esto mejore, los sueldos de los españoles son cada vez más pequeños o tienen menor poder adquisitivo, por lo que comprar una casa de obra nueva se hace prácticamente imposible para algunos bolsillos, y más todavía para aquellos que apenas tienen ahorros. Lo que no es menos cierto es que comprar una vivienda de segunda mano conlleva otro tipo de gastos para acondicionarla a nuestro gusto. Uno de ellos suele consistir en alisar las paredes y eliminar el tan pasado de moda gotelé que antes se usaba mucho para disimular así las imperfecciones de los tabiques. No se trata, por cierto, de una obra nada barata, pero en función de nuestra pericia podemos intentar hacerla nosotros mismos. Para llamar a los profesionales de MiPintor, que son los que de verdad saben, siempre estamos a tiempo.
Pues bien, si vamos a ponernos manos a la obra para sacar el gotelé de casa lo mejor es hacerlo del tirón y tomárselo con mucha paciencia, ya que se trata de algo muy laborioso (de ahí que cueste tanto) y que requiera de mucho tiempo. Si es posible, lo más práctico es cogernos un par de semanas de vacaciones y dedicarla solamente a eso para acabar y empezar a ver resultados antes de que nos empecemos a angustiar porque no es un trabajo donde se vea rápidamente el avance.
Por otro lado, es importante poder hacerlo con la casa vacía. Este trabajo genera una gran suciedad que se acabará metiendo en forma de polvo entre los muebles llegando incluso a los armarios, por muy cerrados que esté, y por ende también a nuestra ropa. Si no queremos tener que pasar varios meses limpiando todo, ya que el polvo queda siempre en suspensión durante bastante tiempo, lo mejor será vaciar la casa.
Con este hecho, según lo manitas que seamos, debemos retirar todo aquello que nos vaya a estorbar o pueda resultar dañado. Ejemplos de esto son los rieles de las cortinas. Además, hay que tener en cuenta que para sacar el gotelé se precisaría de una obra muy difícil, por lo que en realidad lo que vamos a hacer es alisar las paredes echando una pasta por encima, lo que las engordará unos milímetros. Así, todo aquello que esté en la pared es susceptible de parecer después “hundido” en la pintura, por lo que cajas de enchufes, cuadros de luces o marcos de puertas tienen que ser retirados. En el caso de las jambas, el sacarlas nos ayudará a hacer mejor nuestra labor en caso de que más adelante queramos cambiar las puertas y poner unas más estrechas, para que no se note la gota. Para todo lo demás, incluidas puertas, cajas de persianas, telefonillo, radiadores, ventanas, suelos, etc., tendremos que tirar de papel o plástico para que no quede nada al descubierto y se pueda manchar o rayar al mover la escalera, por ejemplo.
Algunos pasos a seguir
Y manos a la obra. Como decíamos, vamos a tapar la gota, pero para que no aumente mucho la pared, lo mejor será que pasemos una paleta por todas las paredes para raspar la misma. No ha de ser un trabajo minucioso en este momento, solo pretendemos sacar lo más gordo. Aquí comenzaréis a ver el mucho polvo que se hace con esta obra. Para avanzar más rápido, lo haremos directamente del tirón a toda la casa. Tened en cuenta que muchas viviendas tienen también el gotelé en los techos.
Una vez hayamos terminado, pasaremos a emplastar la pared con masilla de la que se conoce como Aguaplast por su marca más famosa. Aquí tampoco haremos un trabajo minucioso para dejarla lisa, lo que queremos en realidad es que la pared empape y se tape la gota. Esta masilla tiene bastante agua, por lo que este trabajo conviene hacerlo en épocas de primavera para que se seque rápido con solamente abrir las ventanas y ventilar. Como vamos a trabajar en toda la casa, cuando lleguemos al final es posible que ya esté listo donde empezamos para pasar a la siguiente maniobra. Si tenéis pensado cambiar algún enchufe o hacer una roza, este es el momento perfecto.
Una vez secado. Pasaremos otra mano de la masilla, pero esta vez ya con cuidado de dejar la pared lisa. Para ello lo más práctico es ir haciendo medias lunas con la paleta para ir igualando con la pared en la que acabamos de trabajar. Aquí ya intentaremos dejarlo lo más liso posible, ya que eso nos facilitará el último paso. Este definitivo paso consiste en pasar una esponja de lija a toda la pared para que no se noten las imperfecciones. En superficies muy grandes se hace con una máquina, pero hay que tener en cuenta que vale su precio alquilarla y se trata de únicamente un piso. Para pasar la esponja, podemos ayudarnos de una lámpara con la que destacar más las imperfecciones.
Y si habéis conseguido llegar hasta aquí sin perder la paciencia ni los brazos por el cansancio, especialmente al trabajar en el techo, ya podréis empezar a pintar a vuestro gusto.