Los datos que se desprenden de los estudios sociológicos y periodísticos no engañan: en España, en pleno siglo XXI, cada vez son más las parejas que tienen problemas y que deciden dar por finalizada su relación como consecuencia. Esta situación, que responde a una extensa serie de motivos, tiene explicaciones lógicas pero también soluciones eficaces. Hallarlas es el mejor medio para normalizar nuestra vida de pareja y encontrar así la felicidad al lado de la persona a la que amamos.
Cada vez son más las personas que, a tal efecto, acuden a terapias de pareja en nuestro país. A veces, que una tercera persona medie entre los dos hace que los cónyuges olviden sus egoísmos, comiencen a pensar en el bienestar común y arreglen así una situación que en ocasiones parece insalvable. La figura de esa tercera persona, psicóloga de profesión, es entonces fundamental para que nuestra vida no se desmorone.
Hace unos meses mi mujer y yo experimentamos nuestros peores momentos desde que, hace ya más de 20 años, comenzamos a ser novios. El hecho de que no coincidiéramos el suficiente tiempo en casa a causa del trabajo estaba haciendo mella en nuestra relación, algo que nos preocupaba y que, en nuestro fuero interno, sabíamos que teníamos que solucionar. Las cosas no marchaban bien y eso afectaba a Hugo, nuestro hijo, que se había percatado, con todo lujo de detalles, de lo que pasaba.
Mi mujer y yo decidimos entonces poner todos los medios a nuestro alcance para tratar de ponerle remedio a un contexto como este. En los informativos de televisión o en los boletines de noticias de la radio escuchábamos de vez en cuando que la tasa de divorcios seguía aumentando a causa de la salida de la crisis y no preguntábamos, curiosos, qué estarían haciendo las parejas para no engrosar esos datos.
Después de informarnos pertinentemente a través de varios anuncios, descubrimos esta psicóloga ubicada en Valencia, Leonor Fernández Doménech, que podría ayudarnos a tratar esas cuestiones que hacían que nuestra relación se hubiese enfriado de una manera importante. Era la última opción para salvar nuestro matrimonio y estábamos dispuestos a poner toda la carne en el asador para hacerlo.
Una terapia revitalizadora
En cuanto nos pusimos de acuerdo con aquella psicóloga para comenzar la terapia empezamos a darnos cuenta de que algo podía cambiar. Tan solo el hecho de estar acudiendo a ella en busca de ayuda era algo que a mi mujer y a mí nos unía, otro vínculo más que hacía que nuestra vida juntos no careciera en absoluto de sentido.
Las sesiones transcurrieron con ilusión y muchas ganas por nuestra parte. La psicóloga nos invitaba a pensar de manera constante el uno en el otro, algo que con el tiempo habíamos olvidado por completo. Creo que esta fue la clave para que comenzara entre mi mujer y yo una nueva etapa, una etapa en la que la concordia y el amor reinara en nuestro día a día.
Las cosas se arreglaron más pronto que tarde. Ambos comprendimos que estábamos enfadados por la misma cuestión, la poca convivencia en el hogar, y tratamos de ponerle freno intentando pasar todo nuestro tiempo libre con nuestro hijo y seres queridos. Aunque tendríamos que renunciar a otras cosas, ambos sabíamos que era la mejor solución para equilibrar nuestra propia vida y la del niño. La psicóloga así nos lo iba argumentando a lo largo de la terapia.
En la actualidad han sido muchas las cosas que han cambiado. Mi mujer y yo hemos recuperado la normalidad y volvemos a querernos, sin reparos, enfados ni rencores. Ha comenzado una nueva etapa y tanto nosotros como Hugo somos más felices. Es la hora de seguir disfrutando de la vida. Y también de la gran familia con la que tengo la suerte de contar. Nosotros, aunque respetamos las decisiones de otros, no queremos formar parte de esa lista que asegura que el número de divorcios y rupturas sigue creciendo en España. Y esto lo hemos conseguido gracias a la señora Leonor Fernández.