De boda a Barcelona

Mi sobrino se casó este invierno en la ciudad condal porque es allí donde vive desde que finalizó sus estudios de ingeniería en el año 2008. Es allí, asimismo, donde conoció a su futuro esposo, Fran. Sin embargo, la gran mayoría de nuestra familia es originaria de Granada y de los pueblos aledaños. Siempre hemos estado todos muy unidos y hemos sentido por Pablo un gran cariño (pues, es el más joven de los 20 sobrinos que conforman nuestra gran familia). Por ello, no podíamos faltar a su boda. Entonces, mi Pablo y su Fran reservaron en el Mercer House Boria BCN distintas habitaciones para que pudiésemos disfrutar de la mejor manera posible de nuestra estancia. Debo reconocer que quedé prendada por el hotel. ¡Qué maravilla! Se trata de un edificio con una personalidad increíble unida a siglos de historia. Está ubicado, además, en pleno distrito de El Born, un antiguo barrio medieval de mercaderes y artesanos de moda de lo más cosmopolita y que se encuentra a escasos metros de los distintos y principales puntos de interés turístico de la ciudad condal. ¡Una preciosidad! De hecho, aprovechamos nuestra estancia para hacer un poco de turismo y fuimos a ver la Basílica de Santa María del Mar, el Museo Picasso, el mercado de Santa Caterina y también nos dedicamos a hacer un poco de shopping en las modernas tiendas de la zona. Pasear por sus maravillosas y animadas calles nos encantó.

Un hotel de lujo para una estancia de lujo

Para mi esposo y yo, Pablo nos tenía reservada una suite superior fabulosa en el hotel en cuestión. Me sentí como una reina en dicho alojamiento. ¡Nunca había dormido en una cama tan cómoda y en un sitio tan lujoso y maravilloso como lo era aquella habitación! Gran parte de la  familia estuvo, asimismo, hospedada en las once estancias amplias y luminosas de las que dispone el edificio. Fue muy bonito y emocionante estar allí reunidos para asistir luego todos juntos a la boda de Pablo y de Fran. Pablo siempre ha sido un chaval especial, sensible, extraordinario y con el corazón en la mano. Es muy querido en la familia. Por ello, nos debíamos de estar presentes ese día tan señalado. A Fran lo conocíamos ya un poquito puesto que había estado veraneado en Granada años anteriores y parecía buen chico. Durante nuestra estancia, conocimos a su familia también y parecían buena gente igualmente. ¡Todo era perfecto! La ceremonia en el ayuntamiento de la ciudad condal fue sencilla y bonita como lo es él. La alcaldesa tuvo unas dulces palabras para los novios y les deseo suerte y mucho amor. Personalmente, no había ido nunca a Barcelona y la verdad es que me gustó bastante. Visitamos la víspera de la boda algunos de los puntos emblemáticos y de interés de la capital, como la Casa Batlló, la Font Màgica, la Pedrera-Casa Milà –que por cierto me dejó muy impresionada–, la Plaça d’Espanya, algunas Ramblas, etc. Nos lo pasamos bomba dando vueltas por allí, y la verdad es que tampoco pasamos desapercibidos aquella noche, pero nos daba igual. Estábamos allí para disfrutar a tope. Nos sentíamos felices al estar todos juntos, y claro está que fuimos un poco ruidosos.

La ciudad vieja es preciosa y bueno… hay tantas cosas por ver y hacer en Barcelona que es imposible aburrirte. Me gustó su aspecto cosmopolita y el bullicio de su vida tanto diurna como nocturna. De hecho, cenamos y asistimos a un espectáculo flamenco en el Tablao Cordobés Flamenco después de haber estado merendando unos exquisitos croissants en un salón de té francés. Al día siguiente, fue la ceremonia… Tras la boda comimos en un salón de bodas de la zona muy conocido debido a la exquisitez de sus platos, de sus productos gourmets pero a la vez típicos de allí. Comimos por ejemplo unos calçots increíbles (cebollinos), que es un plato típico de la gastronomía catalana que se consume a finales de invierno con salsa romesco o salvitxada, que completamos con un segundo plato compuesto por carnes y butifarras exquisitas. ¡Todo estaba de rechupete! Luego de ello, nos tomamos unas cuantas copas por el barrio gótico de la ciudad condal y acabamos en una discoteca hasta pasadas altas horas de la madrugada. ¡Qué pasada! El domingo, a pesar de la resaca, nos tocaba emprender el viaje de regreso a Andalucía, pero estos tres días en Barcelona debido al casamiento de mi sobrino Pablo, y esas dos noches pasadas en el Mercer House Boria BCN, ¡no se me olvidarán jamás! ¡Fue una pasada!

 

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