Ir al dentista da mucho miedo. Todos hemos escuchado cosas como “si no duele, no hace falta ir” o “una limpieza no sirve de nada si cepillas bien tus dientes”.
La realidad es que muchas de esas ideas no son ciertas y, a veces, seguirlas puede costarnos mucho más de lo que pensamos.
Mito 1: “Si no me duele, no necesito al dentista”
Esta es probablemente la frase más común que escuchas cuando alguien evita ir al dentista. La gente piensa que si no hay dolor, no hay problema. La realidad es totalmente diferente. Muchas enfermedades dentales, como las caries o la enfermedad de las encías, pueden empezar sin causar dolor. Por ejemplo, una caries pequeña en el molar trasero puede estar creciendo durante meses o años sin que te des cuenta, y cuando finalmente duela, el problema ya es mucho más serio y costoso de tratar.
La verdad es que el dolor no es un buen indicador de salud dental. Ir al dentista de manera regular permite detectar problemas antes de que se vuelvan dolorosos. Una revisión anual o cada seis meses puede ahorrarte tiempo, dinero y molestias.
Mito 2: “Solo necesito al dentista para arreglar dientes rotos o caídos”
Es cierto que el dentista arregla los dientes dañados, pero su trabajo va mucho más allá. Un dentista también revisa tus encías, tu mordida, tu lengua, e incluso puede detectar señales de problemas de salud que no tienen nada que ver con los dientes, como ciertas enfermedades sistémicas. Por ejemplo, enfermedades como la diabetes pueden reflejarse en la salud de tus encías antes de que aparezcan otros síntomas.
La realidad es que ir al dentista no es solo para emergencias visibles. Una revisión puede ayudarte a prevenir problemas graves, mejorar tu sonrisa y mantener tu boca saludable a largo plazo.
Mito 3: “La limpieza dental es solo estética”
Mucha gente piensa que la limpieza dental es solo para que los dientes se vean blancos y brillantes. Esto no es cierto. La limpieza profesional elimina placa y sarro que no se pueden quitar con un cepillo normal. Esa acumulación de bacterias puede provocar caries y enfermedad periodontal si no se trata a tiempo.
La limpieza profesional no es solo estética, es preventiva. Además, te da la oportunidad de que el dentista detecte cualquier anomalía en tus dientes, encías o lengua. Es un chequeo rápido que puede salvarte de problemas mucho mayores.
Mito 4: “El sangrado de encías es normal”
Si al cepillarte o usar hilo dental tus encías sangran, no es normal. Muchas personas piensan que es algo común y que con el tiempo se quita solo. La realidad es que el sangrado de encías es uno de los primeros signos de enfermedad periodontal, que puede avanzar y provocar pérdida de dientes si no se trata.
Cuando las encías sangran, es una señal de alerta. Acudir al dentista puede ayudar a identificar la causa y tratarla a tiempo. Ignorar este síntoma puede convertir un problema fácil de resolver en un problema serio y doloroso.
Mito 5: “Los niños no necesitan revisiones frecuentes si no tienen dientes malos”
Esto es otro error bastante común. Los dientes de leche no son eternos, pero afectan la forma en que los dientes definitivos crecen. Si un niño tiene caries o problemas en los dientes de leche, esto puede afectar su mordida, causar dolor y hasta problemas en el desarrollo de la mandíbula.
La realidad es que los niños deben ir al dentista regularmente, incluso si los dientes parecen perfectos. Los odontopediatras pueden enseñar hábitos de higiene, revisar la alineación de los dientes y detectar problemas temprano.
Mito 6: “El dolor siempre indica caries”
No todos los dolores dentales son caries. A veces, un dolor puede venir por problemas en la encía, desgaste del esmalte, sensibilidad dental o incluso tensión en la mandíbula. La verdad es que solo un dentista puede diagnosticar correctamente la causa del dolor.
Ir al dentista cuando sientes molestias puede evitar que un problema menor se vuelva algo grave. No sirve de nada esperar a que el dolor desaparezca solo, porque eso rara vez pasa sin tratamiento.
Mito 7: “El blanqueamiento dental daña los dientes”
Este mito viene de creencias antiguas y de experiencias mal hechas. El blanqueamiento profesional no daña los dientes si se hace correctamente y bajo supervisión de un dentista. Puede causar sensibilidad temporal, pero no erosiona el esmalte ni provoca caries.
La realidad es que un dentista puede evaluar si eres candidato para el blanqueamiento y elegir el método más seguro y efectivo. No hay necesidad de sufrir con productos caseros que pueden hacer más daño que bien.
Mito 8: “Usar enjuague bucal evita que vaya al dentista”
El enjuague bucal es útil, pero no reemplaza al dentista. Muchas personas creen que con cepillado diario y enjuague ya tienen suficiente cuidado dental. La realidad es que estos hábitos ayudan, pero no detectan problemas ocultos ni eliminan el sarro que se acumula con el tiempo.
Ir al dentista permite tratar problemas que no se ven ni se sienten. La prevención profesional sigue siendo necesaria aunque tengas hábitos de higiene perfectos.
Mito 9: “Si me quitan un diente, todo estará bien”
Algunas personas piensan que quitar un diente es la solución final y que no hace falta seguir cuidando la boca. Esto es falso. Perder un diente cambia la manera en que muerdes y puede afectar a los dientes vecinos. Además, deja espacio para que la encía se desgaste o los dientes se muevan.
La realidad es que, después de una extracción, el dentista puede recomendar soluciones como implantes, puentes o férulas para evitar problemas futuros. No es el fin del mundo, pero tampoco es un asunto que se pueda ignorar.
Mito 10: “Solo necesito ir al dentista cuando tengo dientes amarillos”
Muchos creen que solo deben acudir al dentista por estética, como cuando los dientes se ven amarillos. La realidad es que la salud dental no se mide por el color de los dientes. Dientes aparentemente blancos pueden tener caries, inflamación en las encías o problemas en la raíz.
El cuidado dental debe ser preventivo, no solo estético. Las revisiones periódicas aseguran que la boca esté sana, independientemente del color de los dientes.
Mito 11: “Las emergencias dentales son raras”
Es fácil pensar que las emergencias dentales son cosas que solo les pasan a otros, como dientes rotos en accidentes o dolor intenso inesperado. La realidad es que muchas personas viven situaciones de emergencia sin estar preparadas, y a veces estas emergencias se pueden evitar con revisiones regulares.
Dolores fuertes, abscesos, fracturas de dientes o encías inflamadas pueden requerir atención inmediata. Ir al dentista regularmente reduce la probabilidad de que aparezcan problemas inesperados y graves.
Mito 12: “No necesito al dentista si uso hilo dental”
El hilo dental es excelente para remover placa entre los dientes, pero no reemplaza la revisión profesional. Muchas personas confían en que usar hilo les protege completamente, pero no detecta problemas como caries pequeñas, fracturas, desgaste del esmalte o enfermedad en las encías que aún no sangran.
La realidad es que el hilo dental es solo una parte del cuidado diario. La revisión profesional es insustituible para mantener la boca sana.
Mito 13: “El dolor de encías es normal al usar brackets”
Quienes usan ortodoncia piensan que cualquier dolor o inflamación es normal y que desaparecerá solo. La realidad es que algo de molestia es común, pero dolor intenso o sangrado constante no lo es. Estos signos pueden indicar que la higiene no es suficiente o que hay irritación que requiere atención profesional.
El dentista o el ortodoncista pueden ajustar los brackets, recomendar productos para aliviar el dolor o tratar problemas que podrían complicarse si se ignoran.
La realidad: ¿cuándo acudir al dentista?
Después de ver tantos mitos, queda claro que la idea de ir al dentista “solo cuando duele” es totalmente equivocada. La realidad es que hay momentos en los que acudir es fundamental:
- Revisiones periódicas: Una vez cada seis meses o al menos una vez al año, aunque no haya dolor. Esto permite detectar problemas temprano.
- Sangrado de encías: No es normal y requiere revisión.
- Dolor dental o sensibilidad extrema: No esperar a que desaparezca solo.
- Traumas o fracturas: Cualquier golpe que afecte dientes o mandíbula necesita atención rápida.
- Problemas con ortodoncia: Molestias que no desaparecen o sangrado constante.
- Cambio en la mordida o dientes flojos: Signo de que algo no está bien con los huesos o encías.
Desde la CLÍNICA Castro Ferreiro, con más de tres décadas trabajando por el bienestar oral de sus pacientes, nosrecuerdan que la prevención es la clave. Ellos nos insistien en que no es bueno esperar a que aparezcan molestias para acudir al dentista. Las revisiones periódicas, las limpiezas profesionales y la atención a cualquier síntoma, por pequeño que parezca, son la manera más segura de mantener una boca sana.
Cómo perder el miedo al dentista
Para muchos, el problema no es saber cuándo ir, sino tener miedo. Aquí van algunos consejos:
- Habla de tus temores: Explica al dentista qué te asusta. Ellos pueden ajustar el tratamiento y hacerlo más cómodo.
- Empieza con cosas simples: Una limpieza o revisión corta puede ayudarte a acostumbrarte.
- Usa técnicas de relajación: Respiración profunda, música o incluso hablar con el dentista mientras te atienden.
- Recuerda que es preventivo: Ir al dentista no es castigo, es cuidado. Prevenir problemas es mucho mejor que tratar emergencias dolorosas.
Los mitos sobre los dentistas abundan, y muchas veces se siguen por comodidad o miedo
La realidad es que una revisión a tiempo, la limpieza profesional y la atención a cualquier síntoma, aunque sea pequeño, son fundamentales para mantener una boca sana. No hay necesidad de esperar a que duela o que aparezca un problema visible. La prevención es mucho más efectiva y menos dolorosa que el tratamiento de urgencia.
Ir al dentista no es solo para emergencias, no es solo estético y no solo es para adultos. Niños, jóvenes y adultos se benefician de revisiones periódicas y cuidados profesionales. La próxima vez que alguien diga “si no duele, no hace falta ir”, ya sabes la verdad: el cuidado dental constante es lo que realmente mantiene la boca sana.

