Soy de esas personas que en España se dedican a sacar su empresa adelante, pese a las muchas pegas que pone el Gobierno. Y es que se debe pensar que todos nos apellidamos Ortega o Roig, pues no. La mayoría nos apellidamos Fernández o Rodríguez, y las pasamos muy mal para sacar una empresa adelante.
Ahora bien, pronto me di cuenta de que la administración y sus muchas trabas no es el único problema al que se tiene que enfrentar un empresario. Existe otro que es como una roca: los bancos. Si cuando eres un particular ya te encuentras que esto es como una pared, cuando eres empresario te das cuenta que esa pared se ha reforzado con una doble capa de hormigón. Si has sido o eres empresario seguro que sabes de lo que estoy hablando porque la falta de financiación es uno de los mayores problemas.
Por eso, os voy a dar una serie de consejos, o mejor dicho, os voy a contar mi historia en primera persona para que os deis cuenta de a lo que nos tenemos que enfrentar todas las mañanas que subimos la persiana un autónomo de una pyme. Por suerte, todavía quedan otras alternativas.
Mi caso
En mi caso personal, es cierto que siempre he sido un negocio rentable, con clientes estables y una facturación en crecimiento cada mes. Ahora bien, cada vez que intentaba acceder a un crédito bancario, la respuesta era la misma: “No cumples con los requisitos”, “Tu historial no es suficiente”, “Necesitamos más garantías y avales”. ¿En serio? Qué más quieres que una experiencia de más de 20 años como empresa. La verdad es que yo flipaba en colores.
Era frustrante. Me dejaban con las manos vacías justo cuando más necesitaba ese empujón para crecer. Porque esto es lo de siempre: tienes que demostrar que tienes mucho dinero para que te den dinero. Pues no, señores, esto no es así. Es justo al contrario.
Pero no me rendí, porque la verdad es que a mí, a cabezota, no me gana nadie. Sabía que tenía una empresa sólida y que no podía dejar que la falta de financiación la frenara. Así que me puse a investigar otras opciones, a preguntar, a leer, a escuchar a otros emprendedores que habían pasado por lo mismo. Fue entonces cuando escuché hablar de Workcapital.
Al principio, tengo que reconocer que fui un poco Santo Tomás, es decir, que si no toco no lo creo. Estamos acostumbrados a muchos timos y más con cosas de dinero. Pero cuando escuché eso de financiación alternativa, la verdad es que sonaba demasiado bien para ser verdad. Pero decidí informarme.
Entré a su sitio web, hablé con su equipo, y poco a poco fui entendiendo que no se trataba de otra empresa más de promesas vacías. Workcapital ofrecía préstamos a corto y largo plazo adaptados realmente a las necesidades de empresas como la mía. Es decir, lo que estaba buscando en los bancos me lo ofrecían ellos.
Lo primero que me llamó la atención fue la rapidez y claridad del proceso. No me hicieron perder tiempo con papeleos como siempre han hecho los bancos. Fueron al grano. Evaluaron mi empresa, mi facturación, mis planes, y como yo les decía a los del banco, “está claro, ¿verdad? Como os decía, hay alguna duda en dar una financiación para seguir creciendo a una empresa que demuestra ganancias todos los meses y que cuenta con más de 20 años de experiencia en el sector.
Pues dicho y hecho. Gracias a ellos pude invertir en maquinaria, aumentar mi inventario y contratar personal clave. Que al final es eso, tú no necesitas dinero para tapar agujeros, cuando pides este tipo de financiación es para seguir creciendo, pero parece que no lo entienden.
Fue una gozada la flexibilidad de los plazos y las condiciones que me dio aire para respirar, para planificar con tranquilidad, y para crecer a un ritmo sostenible.
Hoy, después de varios meses de trabajar con Workcapital, puedo decir que fue una de las decisiones más importantes que tomé como emprendedor y de la que no me arrepiento. No solo obtuve financiación, sino también una nueva forma de ver el dinero y el crecimiento. Ver que es posible ofrecer financiación de una manera más ágil, más personalizada, y sobre todo, más humana. Sin preguntas y sin muros.
Y los hechos me dieron la razón. Hoy mi empresa sigue creciendo, y no me olvido de dónde vengo ni de lo difícil que fue. Por eso, comparto mi historia. Porque si estás ahí, del otro lado, cansado de puertas cerradas, tal vez esta sea la señal que estabas esperando.