Con frecuencia aplaudimos la labor que desarrollan médicos y enfermeras; y no es para menos, pero tendemos a olvidar un asunto básico en la asistencia sanitaria: la limpieza y la higiene. En este artículo vamos a hablar de ello..
Las instalaciones sanitarias: hospitales, ambulatorios (C.A.P.), consultorios, no son los sitios más sanos del mundo. La asistencia de numerosos enfermos, cada uno con una enfermedad distinta, así como su tratamiento, hace que en estas instalaciones se concentren virus y bacterias de todo tipo.
Estos elementos patógenos pueden depositarse sobre la superficie de suelos, paredes y techos, contaminar el instrumental o agarrarse a la ropa o a los elementos textiles que hay en el lugar.
No queremos ser alarmistas en este asunto. Solo deseo que el lector sea consciente de esta realidad. Por suerte, las instalaciones sanitarias siguen escrupulosos procedimientos de limpieza y desinfección para evitar la propagación de enfermedades.
La limpieza e higiene en instalaciones sanitarias cumple dos funciones. La primera es proteger a los usuarios de estos servicios, a los ciudadanos. Siendo conscientes de que existe este problema, el riesgo de contagio debe estar controlado.
La función más importante es la de proteger al personal sanitario. Si el personal que cuida a los enfermos se contagia, no se podrán curar las enfermedades. En este sentido, ya no es que son importantes los EPIs (Equipos de Protección Individual), sino que crear las condiciones para que las instalaciones sanitarias sean espacios seguros de trabajo es vital para prestar una buena atención a los enfermos.
Por esta razón, todas las instalaciones sanitarias disponen de un plan integral de limpieza. Un plan que abarca la limpieza en diferentes ámbitos: edificio, instrumental médico, ropa laboral, etc. Y que sigue rigurosos protocolos que se aplican dependiendo de la situación.
La importancia de la limpieza.
La limpieza en el ámbito sanitario va más allá de que todo esté ordenado y pulcro a simple vista. La higiene supone una barrera que evita la propagación de las enfermedades. Uno de los objetivos principales de la limpieza es evitar el contagio. Uno de los mayores riesgos en las instalaciones sanitarias son las infecciones nosocomiales; es decir, las que el usuario puede contraer durante su estancia dentro del edificio.
Una higiene adecuada evita el contagio de gripe, gastroenteritis o COVID-19. La limpieza, por tanto, en una instalación sanitaria no se limita a barrar y fregar con lejía. Entre las acciones que se suelen realizar está la desinfección de camas, camillas, sillas y mobiliario clínico; la limpieza de suelos con productos bactericidas homologados; la eliminación segura de residuos bio-sanitarios; la higienización regular de baños y salas de espera; y la reposición continua de material higiénico de uso sanitario.
Dentro de las zonas que requieren un tratamiento especial se encuentran las zonas críticas, como los quirófanos, laboratorios y las salas de cura; las zonas comunes, entre las que se encuentran las salas de espera, los mostradores, los pasillos y las zonas con un tránsito habitual de pacientes o personal sanitario; y el equipamiento médico, el cual debe desinfectarse de manera habitual.
Es tan importante la higiene y limpieza en un hospital, que hasta la cafetería-restaurante, que con frecuencia se gestiona por empresas externas, debe adaptarse al plan de limpieza del centro.
Los protocolos de limpieza.
La revista Limpiezas remarca que la higiene en los hospitales se organiza siguiendo protocolos de higiene hospitalaria.
Para empezar, todas las dependencias se agrupan en tres categorías según su riesgo de contagio: riesgo bajo, riesgo medio y riesgo alto. Cada categoría sigue un protocolo específico de limpieza.
En el riesgo bajo se incluyen aquellas áreas del hospital o del centro de salud donde menos posibilidad hay de que un usuario se contagie. Son los pasillos, almacenes, ascensores, etc. Aquí, por supuesto, se efectúa una limpieza y desinfección de los suelos y superficies con productos homologados, pero con un nivel de exigencia inferior a otras zonas.
Las zonas de riesgo medio abarcan las áreas de urgencia, las consultas, la farmacia, la cocina, algunos laboratorios, etc. En estas zonas la limpieza es más exhaustiva. Al evaluar más en profundidad a los pacientes o al operar con productos que pueden propagar patógenos o provocar una intoxicación, el cuidado en la higiene debe ser más meticuloso.
En las zonas de alto riesgo se incluyen los quirófanos, los paritorios y los laboratorios de microbiología. En estas dependencias la desinfección es escrupulosa.
La limpieza se evalúa con controles periódicos efectuados por los gobernantes de zona, que puede ser personal sanitario del centro, al que se le ha adjudicado esa función, o supervisores de la empresa subcontratada de la limpieza. El objetivo de los controles es asegurar que la limpieza supera los mínimos previstos con relación al protocolo que le atañe.
Cuenta Antonio Velasco, responsable de los servicios generales del Hospital Provincial de Segovia, que el Ministerio de Sanidad no tiene establecido un marco general para el protocolo de los hospitales. En este sentido, cada hospital tiene libertad para fijar un sistema de funcionamiento propio y flexible, recogido en el plan de higiene del centro, dentro de unos mínimos fijados por la ley que velan por salvaguardar la salud pública.
Otro aspecto fundamental en la limpieza de los centros sanitarios es que el personal de limpieza está sometido a un proceso de formación continua por medio de charlas y cursillos que se encarga de organizar la empresa o el servicio de limpieza.
La limpieza del instrumental.
La limpieza del instrumental médico y quirúrgico es otro de los puntos clave en la higiene dentro del ámbito sanitario.
El Colegio de Enfermería de Valencia aclara que se concreta en tres acciones: limpieza, desinfección y esterilización.
A grandes rasgos, el instrumental se clasifica en tres grandes categorías: críticos, semi-críticos y no críticos.
El instrumental crítico es el que entra en contacto con tejidos estériles del paciente o con el sistema vascular. El instrumental semi-crítico es aquel que toca o puede tocar mucosas o piel no intacta. Mientras que el instrumental no crítico es el que se utiliza para trabajar sobre la piel sana del paciente.
La limpieza del instrumental se puede efectuar de manera manual o mecánica. Para la limpieza manual, que realiza el personal sanitario, se siguen 4 fases. La primera es el enjabonado; para el cual, el instrumental se sumerge en una solución de agua y jabón neutro o se enjabona para ablandar la suciedad.
En la siguiente fase se efectúa una fricción con un cepillo de cerdas no metálicas para desprender la suciedad. El siguiente paso es aclarar el instrumental con agua desmineralizada. Finalmente, se secan los instrumentos para evitar la corrosión.
Una vez realizada la limpieza se procede a la desinfección, para evitar el contagio del virus de la hepatitis B, C, V, I, o H que se podría producir a través de un pinchazo cuando el personal manipulara el instrumental.
En la actualidad, en la mayoría de los centros sanitarios se dispone de lavadoras industriales de instrumental, en las que se limpian y desinfectan los útiles médicos y quirúrgicos en grupo. Algunas de estas lavadoras funcionan con ultrasonidos.
La limpieza de la ropa.
Los gerentes de Clat Gestión de Ropa Laboral, una empresa de Alicante que presta servicios de lavandería industrial desde el 2002, cuentan que la limpieza de los uniformes del personal sanitario, la ropa de cama y los elementos textiles que están en las instalaciones sanitarias se limpian en lavanderías industriales especializadas, para asegurar una desinfección microbiológica adecuada.
Estas lavanderías se encargan de recoger la ropa en hospitales, clínicas y otros centros médicos, someterla a un proceso de higienización integral y devolverla perfectamente limpia y lista para su uso.
Estos servicios combinan el uso de tecnologías avanzadas, maquinaria de gran capacidad y un control manual minucioso de cada prenda. De este modo, se asegura no solo la eliminación de manchas y residuos, sino también la reducción del riesgo de contagio a través de los textiles.
Las lavanderías que trabajan en el sector sanitario cumplen con estrictas normativas de higiene y seguridad. Cuentan con certificaciones oficiales que acreditan la calidad de sus procedimientos y el cumplimiento de estándares europeos y estatales. Esto supone una garantía para los centros médicos, que confían en ellas para mantener los uniformes, sábanas, toallas y demás ropa hospitalaria en perfectas condiciones.
Delegar esta responsabilidad a empresas especializadas ofrece ventajas importantes. Permite a los centros sanitarios despreocuparse de la gestión interna de la ropa laboral y centrarse en su actividad principal: la atención al paciente.
La correcta higiene textil es un elemento clave de prevención en hospitales y clínicas. Reduce riesgos de contagio, protege a los profesionales de la salud y contribuye a generar un entorno más seguro. Por ello, contar con un servicio profesional de lavandería en instalaciones sanitarias es tan importante como disponer de equipos médicos de calidad o de protocolos de seguridad bien establecidos.
Con la salud no se juega, es una de las cosas más importantes de la vida. Un buen servicio de salud indica el nivel de desarrollo de una sociedad. En la base de ello, está la limpieza e higiene en los centros sanitarios.