En Revista Eria llevamos mucho tiempo apostando por las noticias positivas que, como comentamos en la presentación de la página web, constituyan “un contrapunto” para ese periodismo que existe en la actualidad y que se ha convertido en una concatenación de casos de corrupción, escándalos políticos y sucesos desgraciados, aderezado con desastres naturales y rematado con una crisis económica de la que España no termina de salir.
Por eso, el tema que proponemos para otro no puede ser otro que el que nos da más esperanza a los españoles de cara al futuro y también de cara a soportar el presente: la natalidad. La llegada de un nuevo ser a nuestra sociedad y más concretamente a nuestra familia es una de las cuestiones que más ilusión le pueden hacer a una persona. Ser padre o madre es todo un desafío, pero por encima de todo es un motivo de celebración como el que no puede haber otro.
Es cierto que, en España, vivimos un momento crítico en lo que guarda relación con la tasa de natalidad. Tal y como afirma el diario Expansión en un artículo publicado en su página web en verano del año pasado, la tasa de natalidad alcanzó en el país a un mínimo histórico, algo que es una de las causas por las cuales España no para de perder población desde hace ya algunos años. Precisamente por algo así es por lo que hay que congratularse cuando una nueva persona está en camino. Y es que no hay nada más maravilloso que ser testigo directo de eso.
Este momento marcará un antes y un después en la vida de una persona. Nunca un evento (ni siquiera, por ejemplo, el día de una boda) es más importante que el del nacimiento de un hijo. Aunque bien es cierto que la vida de un vuelco muy importante cuando una pareja decide oficializar su enlace y vivir bajo un mismo techo, lo cierto es que la llegada de un hijo condiciona mucho más las cosas. Se pierden grandes dosis de libertad, algo que no ocurre en tan gran medida cuando se produce un enlace matrimonial. Pero la falta de libertad que acampa en nuestra vida con la llegada de un hijo o hija es extraordinaria.
Un momento que siempre guardará un gran recuerdo en la memoria
Es evidente que el nacimiento de un hijo es uno de esos instantes en los que la vida parece haberse detenido a nuestro alrededor. Ese momento queda grabado en nuestra memoria de un modo tal que hace que, ni siquiera con el paso de los años, deje de ser vívido en nuestro cerebro. Sin embargo, el recuerdo no es lo único que nos hace rememorar ese día. Los regalos que familia y amigos hacen para conmemorar el momento siempre constituyen otra forma de ello. Para conseguir el mejor detalle y regalárselo a esa familia que acaba de crecer, Detalles Cucos se erige como una gran posibilidad.
Son muchos los regalos que se le pueden hacer a un recién nacido. Los bebés y sus padres necesitan un montón de cosas, especialmente si estos últimos son primerizos. Hacerles un pequeño detalle, un pequeño regalo, servirá no sólo para recordar el genial momento que se está viviendo sino que también servirá de utilidad para que a los nuevos papás se les hagan menos pesadas sus nuevas obligaciones.
Canastillas, tartas de pañales, artículos de primera necesidad para cuidar de la higiene del bebé, todo tipo de colecciones… la variedad es grande y permite tener acceso a prácticamente cualquier regalo que imaginemos. Además, los profesionales de la entidad han puesto en marcha un sistema por el cual puedes personalizar tus propios regalos para que de ese modo sean únicos e intransferibles. Y es que un momento así también es único e intransferible.
En un mundo en el que las preocupaciones ocupan los primeros pensamientos de la gente, es imprescindible que sigamos dedicando tiempo, esfuerzo y detalle a todos aquellos que forman parte directamente de nuestra vida. Es la manera más directa de conseguir la felicidad, una felicidad que no tiene por qué serle esquiva a nadie. Tener un hijo es alg que contribuye de un modo sustancial a alcanzarla y, por eso, es necesario reivindicar la importancia de la natalidad y también la de la familia.