Si eres de esas personas que odian los insectos, te interesa mucho este artículo, pues la situación por la que pasa nuestro planeta no es precisamente la mejor, y en gran parte es por la disminución del número de abejas. Y si, es importante dejar claro desde el principio que, a pesar de que odiemos los mosquitos y otros insectos, son imprescindibles para la vida en el planeta.
En la tierra cada animal, insecto y planta tiene una función, y de desaparecer una especie se generaría un desequilibrio que haría que de alteraran los ecosistemas de una manera catastrófica. El mejor ejemplo sería el de la desaparición de los mosquitos, los grandes protagonistas de las maldiciones en verano. La desaparición de los mosquitos supondría que muchos insectos y pájaros no tendrían alimentos, por lo cual morirían y se extinguirían de una manera muy triste.
Con respecto a las abejas, debemos de decir que desde hace años que los científicos han observado una disminución considerable del número de abejas. Además han detectado alrededor de una docena de efectos negativos que inciden por separado o en conjunto a esta situación, en lo que se llama el “efecto cocktail”.
El cambio climático es el factor más determinante, pues se está alterando de manera drástica la alteración en el tiempo de floración de las plantas, la cantidad de las mismas y la época de lluvias. Esto está afectando directamente a la cantidad y la calidad del néctar. Y tengamos una cosa en cuenta, las abejas son imprescindibles en el proceso de la polinización que permite que las cosechas florezcan. Además, las abejas son las responsables de la deliciosa miel que tanto disfrutamos.
Además del cambio climático existen otros factores que influyen en la desaparición de las abejas. La contaminación del aire es de los más importantes, pues debido a la misma se produce una reducción de los mensajes químicos que generan las flores y que las abejas y otros insectos detectan. La contaminación del aire impide que se detecten estos mensajes, y sin el polen las abejas no pueden alimentarse y no se reproducen al no polinizarse.
Los fertilizantes y otros productos químicos son causantes directo de la desaparición de las abejas. Pero aquí hay que hacer una diferenciación, ya que existen diferentes fertilizantes y plaguicidas que pueden ser aptos para las abejas. Y esto es algo realmente positivo, pues sería una manera de eliminar los factores de riesgo.
La situación puede cambiar
Según un estudio de la Universidad de Exeter, Rothamsted Research y Bayer AG ha descubierto las enzimas en abejas y abejorros que determinan qué tan sensibles son a los diferentes pesticidas neonicotinoides. Y es que el impacto de estos neonicotinoides en la salud de las abejas ha sido un tema que ha generado mucha controversia, ya que en la Unión Europea se restringieron tres compuestos sobre cultivos en 2013.
La controversia se genera debido a que las abejas y abejorros generan diferente sensibilidad ante este tipo de insecticidas. Y los investigadores están intentando averiguar el motivo para ayudar al desarrollo de pesticidas que no sean tóxicos para las abejas y abejorros.
En el caso de que se detecte la utilización de pesticidas con sustancias prohibidas, se podrían generar importantes multas. De ahí la importancia de que todo aquel que desee eliminar algún tipo de plaga deba contactar con empresas que cumplan con la legislación.
Controlplag, empresa de servicios de control de plagas en Almería, asegura que los químicos con lo que se tratan las plagas deben estar perfectamente medidos para atacar aquellos insectos que se quieren eliminar o alejas sin dañas el resto del ecosistema,.
Llegados a este punto tenemos que hacer una reflexión, pues hemos visto la importancia en la vida que tienen las abejas, y también hemos visto las consecuencias que podría generar su desaparición. Esta situación es algo que se puede evitar, pero solo por medio de la concienciación seremos capaces de conseguir que las abejas perduren. Está en juego el futuro del planeta tal y como lo conocemos, y ahora más que nunca debemos de ayudar a cuidar el ecosistema, o de lo contrario no seremos capaces de mantener la flora y la fauna actual.