La soledad nos asusta y es normal

“El ser humano es un ser social por naturaleza”, o al menos eso es lo que dijo Aristóteles en el siglo IV a.C. y hoy, unos 2350 años después, creo que es una afirmación que se ha corroborado día a tras día ¿o no? Hay excepciones, como en todo, pues no podemos olvidar que en nuestra sociedad existen personas que, por diversos problemas, prefieren la soledad de su casa a las reuniones sociales pero, aun así, en su naturaleza está el ser sociales.

Por eso no es de extrañar que todos y cada uno de nosotros sintamos esa acuciante necesidad de sentirnos dentro de un grupo, es decir, queremos formar parte de algo y eso es lo único que calma nuestra ansiedad y miedo a la soledad. Tampoco es de extrañar entonces que el hecho de formar una familia sea, para algunos, tan básico y necesario como el respirar, pues en esa familia creamos nuestro núcleo, nuestro sentimiento de pertenencia a algo, y nos calma pensar que el día de mañana, cuando seamos ancianos, no estaremos solos. O al menos esa es la teoría porque luego en la práctica la cosa puede cambiar, y mucho.

Dicho esto, ¿por qué nos empeñamos en sonreír cuando alguien nos dice que está buscando conocer a alguien por internet a través de aplicaciones creadas para este fin? Y lo mismo ocurre cuando pensamos en alguien que busca lo mismo a través de empresas que te dan ese servicio a la antigua usanza. La Agencia Géminis, una agencia matrimonial en Alicante, asegura que son muchos los clientes que acuden a ellos buscando ayuda pero quieren mantener la discreción en todo momento por el miedo al qué dirán.

Y es que como sociedad, además de ser sociales (valga la redundancia) también somos dañinos por naturaleza. ¿Por qué hemos de sonreír ante lo que haga nadie? ¿Quiénes somos para juzgar? Y no solo en este sentido, sino en todos, pero eso ya es meternos en temas mucho más filosóficos que este.

Sociales desde siempre

El ser humano, siempre conformó comunidades, y lo sabemos porque con los primeros restos fósiles que se conservan los investigadores pudieron determinar que los grupos que lograron evolucionar desde África lo hacían en comunidad.

En el Neolítico se formaron ciudades con jerarquías sociales y el comerció comenzó a desarrollarse entre distintos grupos de humanos. Y desde ahí, hasta la época actual, todo ha sido un devenir de uniones y desuniones entre diferentes grupos de personas que crean, conquistan y destruyen ciudades, ciudades que ahora son tan amplias que nos hacen sentir igual de solos, o más, que aquellos primeros pobladores de África, aunque estemos rodeados de personas. Y por eso es tan importante sentir que perteneces a algo, a alguien, a una familia.

¿Significa esto que todos debemos casarnos y tener hijos? No, ni mucho menos, no es necesario volver a pensar como lo hacían nuestras abuelas, pero sí es obvio que, queramos o no, acabamos formando una familia, ya sea tradicional o ya sea con amigos que nos acompañarán hasta la vejes, o con amigos y amigas con derecho a roce, eso nunca se sabe. También podemos decidir casarnos pero no tener hijos, ¿y qué? seguimos siendo seres sociales tomemos las decisiones que tomemos y por eso seguimos teniendo las mismas necesidades de unión que hace miles de años, eso no ha cambiado.

¿Y qué pasa cuando eres un adolescente, o un niño, frágil que también busca pertenecer a un grupo social y lo único que encuentras son burlas? Pues que el daño psicológico que te hacen es tan enorme que muchos no pueden soportarlo. Sí, estoy hablando del Bullying, en cualquiera de sus formas y sentidos. Y esta conclusión a la que llego después de todo este artículo hablando de la sociabilidad del ser humano es lo que más miedo me da. ¿Cómo podemos nosotros, que nos caracterizamos por ser todos sociales por naturaleza, castigar a un niño o un adolescente o incluso a un adulto con este tipo de comportamiento?

La llegada de la Navidad te hace pensar este tipo de cosas, lo cual también es triste, pues deberíamos tener siempre presentes a esas personas que pasan casi todo el año en soledad y no llamarlos solo en Nochebuena o Navidad, pero tal ese comportamiento también es natural en nosotros. La hipocresía del que quiere ser bueno unos días pero no lo es el resto del año y piensa que, en realidad, es lo normal porque la sociedad actual, el estrés que conlleva nuestro modo de vida y el poco tiempo del que disponemos nos obliga a comportarnos de una forma u otra, pero no, eso no es así, todos tenemos elección para estar solos, en compañía de quien queramos o para dejar solo o no a alguien. ¿No creéis?

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