Que el mundo laboral se está viendo comprometido estos últimos años no es discutible. Y, por supuesto, que gracias a ello están surgiendo nuevas formas de poder afrontarlo de la mejor forma posible, tampoco es algo nuevo.
Vivimos en un mundo en el que, literalmente, ponemos en práctica “la ley del más fuerte” (o, en nuestro caso, del mejor preparado), y el único que llega hasta el final de una carrera de fondo laboral y consigue el trabajo es aquel estudiante u opositor que más haya estudiado, que más puntos tenga y que mejor recomendación lleve.
Pero ¿hasta qué punto es esto justo?
Vivimos en una sociedad donde solo el que tiene más contactos o quien tiene más posibilidades de acceder a una carrera y/o estudios superiores es capaz de conseguir un trabajo. Y, si a eso le añadimos que, estos últimos años, solo dan oportunidades a los que tienen experiencia… pero tampoco le dan oportunidades de adquirirla a quien no la tiene… conseguimos una mezcla explosiva de frustración, ansiedad y desesperación.
De hecho, que la ansiedad laboral esté en su máximo punto es una clara consecuencia de todo ello. Porque los jóvenes y los adultos jóvenes tienen encima una gran responsabilidad: encontrar un trabajo que les permita poder encargarse de sí mismos. La cosa se complica cuando no lo consiguen por todas las causas que te hemos contado con anterioridad, lo que les obliga a vivir en casa hasta una edad en la que ya tendrían que estar fuera de ella y cuidándose a sí mismos.
Esto frustra también a sus padres, que llaman “ninis” a sus hijos (es decir, que ni estudian ni trabajan). El problema real es que estas personas no están en casa de sus padres porque no quieran estudiar ni trabajar, ¡sino porque no tienen la posibilidad de hacerlo! Cuando una persona quiere hacer muchas cosas y hacerse cargo de su vida, pero no le dan la oportunidad de hacerlo, la convivencia puede llegar a ser muy dura. A veces, tanto que puede llegar a cortar esos lazos familiares que se han tenido toda la vida.
Aquí entra la reflexión: ¿hasta qué punto es justo que una persona que desea trabajar para tener autonomía… no tenga la oportunidad de hacerlo, ya sea porque no tiene los suficientes estudios o la suficiente experiencia?
Gracias a ello, nos encontramos a personas de treinta o treinta y cinco años que todavía no han conseguido su primer trabajo, lo que crea otro dilema: actualmente, la mayoría de los empresarios SOLO contratan a personas de menos de veinticinco porque el Estado les da ayudas económicas por ello, como una especie de gratificación por darles la oportunidad. Esto hace que llegados a cierta edad, las personas tengamos completamente imposible acceder a un puesto de trabajo, porque:
- No tenemos enchufe.
- No tenemos suficientes estudios.
- Y, encima, superamos cierta edad.
La desesperación que una persona padece cuando llega a cierta edad y no consiguen que le den cierta oportunidad es horrorosa. Lo digo porque yo también la he sufrido. Y, aunque en un principio vivir de las letras, como he conseguido hacer, fuese mi mayor sueño desde que era niña… la realidad es que empecé en este mundillo por la triste realidad de que, con veintiocho años, una carrera y gran experiencia laboral, nadie quería contratarme en nada. Así que me vi obligada a improvisar para abrir mi propio negocio y poder vivir con la suficiente autonomía, aunque nadie me diese una oportunidad para demostrar mi valía.
Y déjame decirte que ha sido la mejor decisión que he tomado nunca.
A raíz de esto, surgen las academias de estudio
Pero estas academias no son algo nuevo, en absoluto. Desde el inicio de las letras y de los estudios han existido personas célebres y acomodadas que han dispuesto de personas más entendidas para aprender y hacerse más sabios.
La academia de estudios no es nueva, ¡ni por asomo!
Ya en la antigua Atenas se fundó una institución educativa llamada “Academia”, fundada por Plutón. ¿Qué se impartía allí? Matemáticas, dialéctica y ciencias naturales. Pero durante la antigüedad han existido múltiples centros educativos que se pueden comparar con las actuales academias que nos hacen saber que, contradictoriamente a lo que muchos piensan, ¡no es un negocio nuevo!
¿Para qué son las academias?
Las academias no se enfocan en personas que no entienden el temario y necesitan una ayuda para hacerlo. No te confundas, eso es lo que la mayoría de la gente cree… pero la realidad es que las academias existen para todo tipo de personas.
A estas instituciones no solo acuden aquellos chicos que tienen serias dificultades para aprender el temario y hacer sus deberes, sino aquellos chicos que, a pesar de que les va genial en los estudios, requieren de un empujoncito extra para obligarse a estudiar o para centrarse y no desviarse de lo que tienen que hacer.
Teniendo en cuenta el nivel de exigencia a la que están sometidas las nuevas generaciones (generaciones que saben, de antemano, lo difícil e inaccesible que está el mundo laboral), tener a su disposición cierta ayuda para conseguir estar al día y conseguir sacarse los estudios es más imperativo que nunca.
Si lees esta noticia con atención, te darás cuenta de que es un negocio super solicitado hoy día… pero no solo por el instituto o la universidad.
En un mundo en el que el mercado laboral está más inaccesible que nunca, la mayoría de los jóvenes deciden que intentar hacerse funcionarios es la mejor opción para ellos, porque se aseguran un puesto estable. Por lo tanto, también han empezado a surgir academias de oposiciones que te preparan mental y físicamente, si fuese necesario (como en el caso de las oposiciones a la policía nacional).
El problema es que el mundo del opositor también puede llegar a ser MUY complicado, por lo que debes asegurarte de conseguir una academia de oposiciones que se adapte a tu presupuesto (porque no son baratas) y que, además, sean de confianza.
¿Cómo escoger una buena academia de oposiciones? Esto es lo que nos interesa
Desde Preparador Física y Química nos hacen saber de la importancia y del apoyo que supone para el alumno disponer de una academia buena, donde puede llegar, incluso, a ser la diferencia entre un aprobado o un suspenso. Cosa que nos puede llevar años conseguir en una mala academia que no esté lo suficientemente preparada.
Para asegurarte de que estás yendo a una buena academia, vamos a darte una serie de consejos que van a venirte muy bien:
- Asegúrate de que es presencial… y online. A veces, la mejor academia está a cincuenta kilómetros de tu casa y no puedes ir todos los días. ¡Pero puedes ponerte al día con su academia virtual y, así, no perderte ningún detalle!
- Clases en directo online también es algo necesario. Porque, aunque no puedas ir presencialmente, puedes dar clases virtualmente. Y eso es una gran ventaja.
- Clases grabadas online. En caso de que no exista físicamente pero sí virtualmente, pero ese día no puedas acceder a la clase online, asegúrate de que puedas visualizarle cada vez que lo necesites. Porque una gran ventaja es poder ver la explicación del profesor cuantas veces sean necesarias.
- Intenta que posea resolución de dudas en línea. Porque de nada sirve que disponga de aula virtual si no vas a poder resolver tus dudas. Es imperativo que toda academia online de oposiciones disponga de esa opción.
- Asegúrate de que Adaptada a la LOMLOE y a la normativa y legislación vigente de tu comunidad. Porque, vivas donde vivas, las oposiciones se adaptan a las leyes de esa localidad. Por lo tanto, es esencial que esté orientada a las leyes específicas de tu comunidad y de tu provincia.
- Económica… pero no escatimes. Porque hay veces que lo barato sale caro, y eso es tan cierto como que las vacas dan leche. ¿Nunca has comprado en un chino algo que te ha gustado mucho y que, a los pocos días, ya estaba inservible? A veces es mejor gastarse cincuenta euros en ese pantalón que tanto te gusta y que te dure unos añitos… en lugar de gastarse doce y que solo puedas usarlo dos días. Con las academias sucede exactamente lo mismo: si vas por lo barato, puede que, a la larga, te salga demasiado caro y tengas que buscarte otra.
- Formación en el sector. Asegúrate de que los profesores saben de lo que hablan. Yo oposité a policía nacional en una academia donde había tres profesiones: el jefe de los coches patrulla de la ciudad, el jefe de la UFAM y una psicóloga preparadora de entrevistas. Solo con eso, ya me quedé super tranquila porque estaba super segura de que sabían de lo que hablaban. Y no me equivoqué: lo sabían. Pero no pude terminar la oposición por temas familiares propios.
Ya que vas a estudiar esas oposiciones… hazlo bien
Dado que vas a gastarte ese dinero para formarte, asegúrate de que lo haces en una academia que sea buena y que esté adaptada a lo que necesites.
Y, ante todo, ¡buena suerte! Y no desesperes en el difícil mundo del opositor. ¡Todo se puede, te lo aseguro!